México, 4 mar (EFE).- La Ciudad de México, una de las urbes más pobladas y contaminadas del mundo, inauguró este jueves su primera línea de teleférico, el Cablebús, para mejorar la movilidad en las zonas altas y escabrosas de esta localidad de más de 9 millones de habitantes.
«Es para las zonas de mayor necesidad en la ciudad. Es un sistema de primera para personas de primera en la Ciudad de México», explicó la alcaldesa, Claudia Sheinbaum, al presidir la inauguración de las dos primeras estaciones, separadas por 1,7 kilómetros en el desfavorecido barrio de Cuautepec.
Sheinbaum indicó que un mejor transporte en las zonas de mayor pobreza ayudará a «disminuir las grandes desigualdades», por lo que anunció también que la segunda línea del Cablebús se inaugurará a finales de junio en el popular distrito de Iztapalapa, el más poblado de la capital.
APERTURA PROGRESIVA
El nuevo segmento, abierto al público este jueves tras el paso de la alcaldesa, será gratuito las primeras semanas para que los vecinos se familiaricen con la instalación y luego el pasaje «será muy accesible» siempre que permita la «sustentabilidad del sistema».
Las dos primeras estaciones inauguradas, Tlalpexco y Campos Revolución, al igual que toda la línea 1, están situadas en el barrio de Cuautepec, una zona angosta que nació como un asentamiento irregular en los cerros del norte capitalino y que hoy alberga a unos 500.000 habitantes.
La línea 1 del teleférico, que operará por completo el 20 de junio, costará al Gobierno de Ciudad de México 2.925 millones de pesos (unos 140 millones de dólares) y consta de 6 estaciones con final en Indios Verdes, uno de los principales puntos de interconexión del transporte público del norte de la ciudad.
El trayecto de fondo a fondo cubrirá unos 9 kilómetros en poco más de media hora y espera acoger a 48.000 pasajeros diarios, mientras el primer tramo inaugurado este jueves, entre las estaciones de Tlalpexco y Campos Revolución, se recorre en unos seis minutos.
Las cabinas del teleférico, completamente acristaladas, contrastan con el paisaje de Cuautepec, un barrio que recuerda a una favela brasileña por los colores llamativos de unas casas que resiguen el contorno del cerro cayendo como si fueran una cascada.
El relieve angosto hace de esta parte norteña de Ciudad de México un punto muy «difícil» para el tráfico, como relató a Efe Isabel Arroyo, quien regenta una tienda de ultramarinos cerca de la imponente infraestructura de entrada al cablebús de Campos Revolución.
«(Puede ayudar) en el transporte para todos los vecinos y todas las personas que viven allá en los cerros. Les beneficia bastante creo que a todos», resumió, a escasos pasos de la primera obra del proyecto.
Además, el Cablebús funciona eléctricamente y se ha anunciado como una alternativa mucho menos contaminante para la capital, conocida por los elevados índices de polución en determinados meses del año y las declaratorias de contingencia ambiental, que se dan cuando los niveles sobrepasan los límites establecidos, y se prohíbe la circulación de algunos vehículos.
UN PASO PARA EL BARRIO
Isabel reconoció que la nueva instalación genera «conformidad e inconformidad» entre los vecinos, aunque su sentir y el mayoritario es que se trata de algo «algo muy beneficioso» para la comunidad.
En la misma línea que la tendera, Fernanda Mendoza consideró que el Cablebús «puede ayudar bastante» porque hay «demasiados (habitantes) en Cuautepec».
«La pandemia también ha disminuido mucho el tráfico. Antes, para trasladarte de aquí a La Pastora (1,5 kilómetros) te hacías media hora. Imagínate, de aquí a Indios Verdes (5,5 kilómetros) échale una hora o una hora y media», describió.
Por las condiciones de la zona, Fernanda explicó que el transporte público «se saturaba», ya que «no da abasto para Cuautepec».
«Muchos dicen que no va a haber un cambio como tal, pero no sabemos en realidad. Tendríamos que por lo menos probar un mes a ver qué tal funciona», reflexionó.
Fernanda aceptó que le da «miedo» el teleférico al tratarse de un transporte aéreo, pero, junto a su carrito ambulante de comida, indicó que lo usará si es más efectivo porque «hay que salir a trabajar y salir adelante».
Por la otra entrada a la estación de Campos Revolución, con trozos de terreno todavía por asfaltar, María Elena apoyó la construcción de esta línea aérea, porque así «llega uno a su destino más rápido».
«Hay mucho problema en el transporte. Tan solo en las mañanas, cuando se va uno a trabajar, está aquí muy intenso», lamentó, con la esperanza de que el teleférico tenga un impacto real en esta zona de casas de colores tradicionalmente inadvertidas por las autoridades.
Información e imágenes: Agencia EFE