- Monseñor Domingo Díaz Martínez reflexionó en cada una de las 14 estaciones las vicisitudes a las que se enfrentan las familias en México.
Este Viernes Santo, el arzobispo Domingo Díaz Martínez encabezó el viacrucis por las principales calles de Tulancingo, que este año fue ofrecido por las familias.
A las 08:00 horas dio inicio el recorrido que partió desde la Catedral Metropolitana de Tulancingo, junto a dos sacerdotes y la comunidad católica reunida frente al Jardín La Floresta.
De esta forma, el señor arzobispo recordó en cada una de las 14 estaciones del viacrucis las vicisitudes a las que se enfrentan las familias, por lo que invitó a reflexionar a las más de mil personas que acompañaron el recorrido de Jesús hasta la cruz.
Domingo Díaz Martínez reflexionó sobre los matrimonios unidos, por los esposos para que eviten caer en infidelidad, por el respeto y cuidado de la mujer, así como por las familias que viven en países en guerra o son víctimas de violencia.
“Cuando oramos, llenamos nuestro corazón de amor. La oración es una buena costumbre que no se debe olvidar en las familias. Nuestros abuelitos nos enseñaban a orar. El amor lo necesitamos para entendernos, para vivir en paz y para vivir en familia. No hay que perder la buena costumbre de orar. Orar en familia”, afirmó durante su recorrido.
En la tercera estación del viacrucis llamó a fomentar el respeto, “algo que se ha perdido en las últimas generaciones, y lo vemos con las autoridades, ya nadie tiene respeto a las autoridades”.
Ante ello llamó a fomentar este valor en las familias: “Respeto a papá, a mamá, al tío, al hermano, a las autoridades. Lo contrario nos lleva a la violencia”.
Díaz Martínez también afirmó que la familia es el núcleo fundamental en la sociedad, por lo que llamó a recordar que las buenas personas se forjan en casa.
De esta forma llamó a todos hacerse responsables de sus actos, mejorar la conducta en casa, ayudar en labores del hogar y fomentar el buen trato en niños, jóvenes y adultos.
Obispo, sacerdotes, ministros y fieles participaron activamente en el Viacrucis que siguió un esquema basado en testimonios familiares, con problemas y dificultades, pero siempre poniendo a Dios por delante.
Por ello llamó a no perder la buena costumbre de creer en Dios, de ser católicos, de ir a misa y de fomentar el amor a la Virgen María, “porque los frutos son abundantes para bien de las familias”.
A los padres de familia presentes les pidió respetar y acompañar la vocación tomada por sus hijos, no sólo religiosa; también pidió fomentar el perdón, que evita odio y rencor; y rechazó toda violencia contra la mujer, en especial pidió orar por las víctimas de feminicidio.